domingo, 24 de octubre de 2010

La ética

El ser humano necesita hacer lazo social, para convivir con sus “semejantes”. Para ello requiere que haya mediación de una ley que le regule y garantice su posición respecto al otro. Enunciada, logra que los seres se sujeten y se agrupen. Los excesos se castigan, la regulación se impone, surgen los principios, los valores, la moral y la ética como la palabra de la ley. Todos nos regulamos, o esperamos sea así.


La ética como el hacer el bien
La moral como el bien hacer.

Van imponiéndose como un decir que sustenta el actuar del sujeto, grupos y naciones.
¿Cómo se desarrollan estas dos instancias?
Desde que somos gestados. Al tener un lugar en el deseo de mamá, el esperarnos. El que nos figure nos da un lugar ante ella. Al irnos educando nos va introyectando el bien hacer las cosas: comer, asearnos, ordenarnos etc...
Aprendemos de ella hacer lo que nos corresponde desde su perspectiva, como ella considera que debe ser en un marco de referencia general. Ella hace valer el mito familiar que justifica por qué hacemos lo que hacemos y el cómo.
Es el padre el que al incidir en el hogar hace que el bien hacer transcurra hacia el hacer el bien, principio básico que nos impone ir más allá de lo fáctico que nos lleva a buscar lo que es más que la satisfacción personal, es el bien común.
El bien hacer al ser particular llega a convertirse en una interpretación errónea y transgredir al sujeto mismo, pues se enseña a hacer bien el mal, o sea la ley loca. Las reglas las imponen las personas porque quieren ellas y no porque hay algo más que les indica que éstas valen la pena como las que vienen de un estatuto o código. La moral se hace tan particular que se crea un mundo, un submundo como la moral del delincuente que lo agrupa ante su jefe e iguales en una jerarquía.
La ética busca hacer el bien dónde no esta inscrita la demanda de una persona sino de algo que va más allá de los intereses de los sujetos en cuestión. Este hace LAZO SOCIAL, permite la convivencia con respeto y crecimiento.
Lamentablemente esto es tan fácil de confundir que en el apremio personal, al hacer valer el orden se llega a interpretar que el “otro” transgrede al sí mismo y se vive como el adolescente que crea sus propias leyes y modifica una “ética” particular para sustentar su actuar. Se vive impedido, rechazado, RESENTIDO.
“El resentido es genuinamente estéril, no produce un efecto real. Presenta una feroz actitud destructiva respecto a todo lo existente, pero al mostrarse incapaz de producir algo distinto a lo criticado, su embestida queda atrapada plenamente en el interior de la lógica del dispositivo que combate. Es una ley que opera con mucha severidad y su eficacia es tremenda porque se presenta con un disfraz que nos despista: por un lado nos confirma como acérrimos enemigos del orden constituido pero al mismo tiempo nos vacía de toda potencia inventiva, con lo que termina arrojándonos al pozo de los resentidos en donde no se cultiva otra cosa que más resentimiento, esterilidad y todos sus derivados”. Raúl J. Cerdeiras

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