domingo, 20 de febrero de 2011

Desarrollo, ontogenia y filogenia del ser humano.


Este mes de Febrero del 2011, CREPCH cumple 37 años de comunicar. Labor que ha hecho compartir con más de un ser su proceso de vida, experiencia de incalculable valor por la confianza y esperanza de ser mejores.
El proyecto de Susana Alardín González continúa, en la búsqueda de ofrecer a todo aquél que se pregunta por sí mismo una guía que le permita abrir senda y trabajar para encontrar camino. Hoy ese camino permanece vigente y compartido por otros más, hacemos el propósito de insistir en seguir adelante invitando a la experiencia de “comunicar es vivir”.
La comunidad CREPCH hoy hace lazo y reivindica que el ser humano sólo lo es, en tanto que el otro y el sí mismo, pueden compartir sus experiencias, para hacer historia y tener sustento para existir. Esta historia de 37 años involucra a todos los que han estado cerca y que hacemos una gran familia con puntos en común, lo que hace un vínculo con fuerza por todo lo que compartimos.
CREPCH festeja que todas esas narraciones, ficciones, dramas, épicas y novelas hayan tomado forma en sus espacios, y ahora en nuestro blog queremos compartirlo haciendo énfasis en la importancia de la historia que constituye a todo SER, esta historia no es más que las fases de desarrollo que estructuran al Ser Humano dándole un espacio y un tiempo donde se conjugan razón y emoción como un tramado que nos sostiene en el proceso de vida, repasemos estas etapas integralmente:

Nuestros hijos no son ya de por sí y para sí. Tienen una historia llamada EMBRIOGENESIS es decir, que presentan un desarrollo, hasta hacerse hombres.
Sí, los niños no son como nosotros, están en pleno desarrollo, generando procesos y estructuras que los harán SER.
Desde su gestación empieza un desarrollo biológico, funcional, intelectual, de forma sistemática y consistente.
Las transformaciones que va teniendo son intempestivas e inevitables.
Para el observador atento estarán ahí, para el ojo no a visor, sólo suceden.
El infante se desarrolla con increíble velocidad en todas las áreas. De los 0 a los 2 años, pasa de ser un ser dependiente a un audaz curioso dispuesto a imponer su dominio.
De los 2 a los 7 años se hace obligado solidario de la cultura, adquiere el lenguaje, por lo tanto logra hacerse del mundo con sus primeras conjeturas, (mágicas, sincréticas, fenomenológicas, animista, finalista), es aún simbólico no lógico, su intelecto, no alcanza a elaborar los hechos más allá de sí mismo.
De los 7 a los 12, es la etapa escolar propiamente dicha, el niño ya tuvo que desarrollar las habilidades necesarias para adaptarse a las exigencias de la sociedad. Su pensamiento es más representativo, logrando entender los fenómenos que se le presentan. Logra desarrollar una moral, que le permite integrarse a los grupos.
De los 12 en adelante, se ha desarrollado la capacidad de pensar, hipotéticamente, logrando desarrollar sistemas de pensamiento, él ahora es como el preescolar, pero con poderes superiores, el mundo se reduce a él. Solo el mejoramiento de esas habilidades lo pondrán en posición de desarrollar una ética que le permita saberse como uno más entre otros.
Pero desarrollemos cada etapa más detalladamente:
El bebé desde que nace tiene sorprendentes cambios maduracionales, que lo hacen pasar de un manojo de carne, hueso y nervios a un ser con facultades para adaptarse a su medio.
El bagaje con que cuenta el recién nacido es un dispositivo reflejo que le permite un incipiente contacto con la realidad.
El reflejo del moro, la prensión palmar, la succión, entre otros, son los mecanismos innatos con los que el neonato entra en contacto para iniciar el desarrollo de los primeros esquemas que le permitirán ir ampliando el desarrollo de sus sensaciones y posteriormente de sus percepciones, que perfilarán en la aparición de una inteligencia que logrará importantes alcances.
La succión del seno materno irá disponiendo que el bebé amplíe esta respuesta hasta encontrar su dedo, e ir perfeccionando estos movimientos, hasta lograr que su mano y después su pie entre en contacto con su boca.
Después logrará tomar objetos, que llevará a la boca y así se constituirá “la cuna de la percepción”. Según Spitz, a partir de aquí se constituyen las primeras percepciones por contacto, que se acompañarán con el contacto piel a piel y la posición que mamá le dé al cargarlo.
Este contacto diario hará que el bebé establezca contacto visual con aquel ser que le otorga estos dones, con ello emergerá una gestalt (configuración perceptiva), que le hará reaccionar, el bebé comenzará entonces a REIR respuesta que constata que ha iniciado las percepciones a distancia. Lo peculiar de esta etapa es que no importa quién aparezca, el bebé sonreirá, la reacción será indistinta si es ante un cercano o un extraño.
En tanto esto pasa, el psicólogo Jean Piaget observa que el bebé ha iniciado el desarrollo de respuestas que repetirá una y otra vez desarrollando los rudimentos de una inteligencia llamada por él sensoriomotora. Perfecciona sus aproximaciones ante nuevos objetos e inicia la búsqueda de causas y efectos, como es el tirar de cordones o sonajas. Estas son ya respuestas que son incipientes esquemas que tenderá a repetir (reacciones circulares).
Para los ocho meses surge una respuesta más desarrollada, la ANGUSTIA. Ahora el niño llora ante los extraños, ha logrado afinar su percepción e identifica quién es mamá y quién otro.
Este es el inicio de una percepción diferenciada que lo irá colocando frente a la posibilidad del LENGUAJE, inicia la SIMBOLIZACIÓN.
Mamá inicia, junto con el caminar, la necesaria educación, el niño tiene que aprender lo que no debe hacer, este NO troquela aspectos muy importantes en su psique. El manejo que logre de la frustración le permitirá que se adapte mejor a la realidad y a su vez le permitirá el mejor desarrollo de su capacidad intelectual.
EL NO le permite establecer un juicio de atribución y uno de existencia: si algo no es, entonces es algo más. El chico entra al mundo de los significados y los significantes, el lenguaje comienza a tener su lugar.
De los dos a los seis años será una etapa promisoria, donde gracias a la función semiótica (símbolos usados para señalar cosas) le dará al pequeño su inserción al mundo escolar y social. Es cuando el cachorro humano se hace hombre.
La posibilidad que le dá el lenguaje lo determinará en todo su porvenir.
En la primer infancia logra asimilar al mundo a través del movimiento y las sensaciones, integrando paulatinamente sus primeras percepciones y logrando las primeras simbolizaciones.
A los dos años hablar se hace una gran conquista y comienza un diálogo muy especial entre mamá e hijo, “ellos se entienden”. El balbuceo, pasa a una jerga que es comprendida por mamá. En el transcurso de un año el infante logrará adquirir 300 palabras.
Su conducta por lo tanto cambiará notoriamente. El pequeño curioso que ya ha conocido el “NO” empieza a revelarse, emerge un “adolescente”, que se niega a sujetar a las reglas; después de controlar sus esfínteres, aceptar el control social es molesto para este pequeño rebelde.
Sin embargo trae consigo un desarrollo intelectual de gran importancia. Inicia el descubrimiento de los “por qué”. Que si bien no son la pregunta más específica, si anuncian un interés por el mundo.
El pensamiento de los pequeños de esta edad se caracteriza por, tener un Razonamiento Transductivo, es decir, que obtienen piezas separadas de información y las unen para formar una hipótesis o llegar a una conclusión.
Son Sincréticos cometen errores de razonamiento al intentar vincular ideas que no están relacionadas. “Mamá tuvo un bebé la última vez que fue al hospital, de modo que la próxima vez que vaya al hospital se esperará erróneamente que traiga a casa otro bebé”.
Son Egocéntricos, tienen una incapacidad para imaginar el punto de vista de otra persona.
Son Animistas, atribuyen a los objetos inanimados cualidades de los seres vivos. Los niños suelen hacerlo con objetos que representan figuras vivas, como animales disecados o muñecos de juguete.
Hay una tendencia a la Centración, tienden a concentrar la atención en un aspecto o detalle de la situación a la vez y son incapaces de tomar en consideración otros detalles.
No logran considerar que los objetos conservan sus características si cambian de lugar o situación.
Logran clasificar de manera limitada sin llegar a clasificar los objetos en categorías.
Los niños de esta etapa cometen errores de pensamiento por causa de la irreversibilidad, es decir, su incapacidad para reconocer que una operación puede realizarse en ambos sentidos. Por ejemplo, no entienden que si se vierte agua de un recipiente alto a uno extendido, puede trasvasarse otra vez al primer recipiente, manteniendo la misma cantidad de agua. Los niños de esta etapa no pueden aceptar mentalmente que sea posible recuperar el estado original.
El Edipo tiene su escenificación en esta edad.
Freud nos da su versión original, Jacques Lacan nos la recrea de otra manera.
La madre dejará de desear al hijo para desear al padre y ahí se figurará la inscripción del sujeto ante la metáfora paterna.
Es decir, el hijo al no poder ser el objeto de satisfacción de la madre, dejará de ser un objeto de deseo para buscar ser un deseante de objetos; buscará a quién amar.
Supone asumir su castración, pues sólo a quien le falta algo puede desear, quien está completo no tiene más que hacer, ni ser.
La culminación de todo el desarrollo psicomotriz, permitirá que el chico acceda al ámbito académico; dejará el juego para iniciar la educación regular, de ser un pequeño que se mueve y divierte por lo que es capaz de hacer, pasa a asumir un lugar en el pupitre y a ser uno más en la lista, tendrá que saber esperar turno y ganarse con esfuerzo el reconocimiento de sus pares y profesores. Las habilidades y destrezas desarrolladas en esta etapa lo preparan a la adquisición de la LECTO ESCRITURA FORMAL, lo representado por el lenguaje ahora se representa por los signos escritos, que tendrá que dominar para leerlos y escribirlos; la cultura hace al hombre.
A los siete años el niño es todo un escolar. Ha ingresado al ámbito académico formal, ha dejado el juego por el trabajo esforzado y dedicado que le implica su maestro.
Sabe que debe cumplir sus labores y comienza la etapa de los juicios morales. Qué es bueno y qué es malo. Esta dicotomía establecerá su incursión a las reglas, a las que hará cumplir o transgredir.
Comienza así la sociabilización, sus juegos no son ahora la búsqueda de asimilar al mundo, van tras de lograr afirmarse en el “ganar”, pero no a costa de lo que sea sino de mostrarlo a los demás, disfrutando el reconocimiento.
El niño sale de su egocentrismo y pasa al plano de escuchar el punto de vista del otro, reflexiona y así desarrolla una incipiente lógica que lo coloca en una posibilidad mayor para conocer el mundo.
Logra el manejo de OPERACIONES LOGICAS y afectivamente logra la AUTONOMÍA y la VOLUNTAD.
Emocionalmente siendo heredero del complejo Edípico, (emergiendo con culpa y por tanto con una conciencia moral), ingresa, según Freud a la etapa de la LATENCIA, la cual consiste en una supremacía del orden intelectual y lógico, el interés erótico merma y el pequeño se lanza a acatarse al mundo a través de la cultura. La vida Instintiva se sosiega y las funciones intelectuales toman su sitio.
El desarrollo de habilidades se cristaliza en un funcionamiento más complejo, del cual los adultos no nos percatamos.
MOTRIZMENTE: Logra una mejora en la segunda posición de evolución (SENTARSE). Puede disociar movimientos del tronco, brazo, antebrazo y mano, para así poder realizar el acto complejo de la escritura.
PERCEPTIVAMENTE: A nivel visual logra la maduración de todas sus funciones (coordinación viso motriz, discriminación de formas, figura fondo, relaciones espaciales).
A nivel auditivo su discriminación e interiorización logran una evolución madurativa de un orden integrativo, su capacidad asociativa despunta de forma más abstracta, puede reconocer fonemas y ligarlos para formar palabras con sentido para él y los demás. Por lo tanto puede leer y escribir y comprender lo que ha realizado.
Cognitivamente logra la formación de conceptos, solución de problemas, incrementa su memoria a corto y largo plazo, logra períodos de atención y concentración más largos. Inicia el manejo del espacio Euclidiano (no todo lo referencia en función de su cuerpo, sino de los objetos que le rodean).
De los siete a los doce años, el desarrollo de estas habilidades es exponencial, preparándolo para el advenimiento de la adolescencia, que lo caracteriza por el uso de un pensamiento hipotético deductivo.
En la etapa de los nueve a los doce, surge un cambio importante, la PUBERTAD, momento de cambios físicos que harán de la experiencia de vida del chico una revolución. Todos los logros de los años pasados se verán cuestionados y replanteados, con lo que esta etapa viene a ser un doble reagrupamiento que prepara al sujeto para SER.
La pubertad es una cita con ese real que es el cuerpo en tanto gozante sin deseo, el cual se replanteará en la adolescencia.
El adolescente presenta sucesivas síntesis de integraciones y desintegraciones, de progresos y regresiones.
No pasa por una etapa que será superada y una vez hecho esto pasará a ser un adulto “MADURO” que seguirá con su vida sin mayor problema.
La adolescencia es una ESTRUCTURA que representa al niño que fue y al adulto que será, pero donde cada estadío prefigura el pasado y el futuro. No comienza ni finaliza en un momento determinado de la vida, sino que es el producto de una historia que se inicia con la gestación, continúa con el nacimiento, en esa estructura se reinscribe todo lo construído hasta el momento de su cristalización y a su vez persistirá posteriormente, resignificándose de continuo de diferentes maneras, en función de las experiencias del sujeto y de sus relaciones con el universo simbólico del que forma parte.
El adolescente se encuentra entre la niñez que abandona y la adultez que llega. Tiene que abandonar la seguridad de la infancia y buscar cómo ubicarse entre los adultos. Dejar de ser niño es “como una muerte” para iniciar ser un adulto que figura el límite de lo que será. La muerte se constituye como un horizonte que marca todo su mirar sobre la vida.
Esto lo obliga a entrar en una pérdida que lo somete a un duelo que tendrá que ir trabajando para resignificar su vida.
La chica y el chico harán ese trabajo de duelo con menor o mayor gasto según sea su historia de vida. Esta historia, como toda historia, es el propio relato que estructura cada quien para no quedar atrapado en la repetición de sus actos. El joven, gracias a su capacidad intelectual en florecimiento, la RE-creará y fundamentará. Creando MITOS para explicar cada acontecimiento de ella. Mitos que son formas de sustentar una verdad que no puede ser dicha, formulando un discurso explicativo, como es el creer que “tener dinero lo arreglaría todo”, “el tener un físico llamativo me va a hacer popular”, o que nadie los quiere o entiende porque no son lo que los demás esperan, hasta mitos mucho más elaborados que crean verdaderas novelas, donde los duelos forman un drama del cual la única salida es la vivencia de un destino fatal, inexorable, que puede generarle depresión o un gran monto de agresión.
Como toda estructura, su acontecer temporal es inminente, y así como aparece da paso a algo más, ese chico inestable , parecido a un tornado, transita hacia una búsqueda de sí. Sus cuestionamientos lo remiten a una reflexión donde las preguntas no siempre son las primeras en aparecer, las respuestas llegan sin haber hecho una pregunta y el joven no sabe dónde acomodarse, ni dónde poner lo que le ha llegado.
Los descubrimientos lo arremolinan en un devenir que lo asfixia y lo remite a un miedo y a una indecisión de la que no siempre puede dar cuenta, quedando atrapado en los otros, haciéndose su prisionero.
La pregunta por la existencia será algo que lo acompañará de por vida, donde no hay una respuesta única, afortunadamente.