Este mes retornamos a clases. Pagos, compras, estrenos, esperanzas y
diversos ánimos nos acompañan. La ilusión de un buen inicio es el sueño que
todos guardamos, pero sueños, sueños son.
Este tiempo es un tiempo de reorganizar, de preparación, de ajustes, de adaptación, de aclimatarse, para que sea
un buen inicio.
Las clases no inician este lunes
20, inician una semana antes.
Regularizar el dormir, la vigilia, la alimentación, la limpieza, el orden, son prerrequisitos
importantes, para formar hábitos.
Si queremos tener resultados en la atención, la concentración y en
todos los procesos superiores mentales, necesitamos regularizar las funciones
biológicas y psicológicas primarias.
El dormir es una necesidad primordial, que regula el ritmo de la
vigilia, es decir el de la actividad. Descansar por la noche, las horas
necesarias, hace que podamos mantenernos
alertas en las funciones diarias.
No dormir es un indicador de que algo no está resuelto o se encuentra
alterado.
Sabemos que dormimos si SOÑAMOS, aunque no lo recordemos, el soñar es
el guardián del dormir.
El estado de duermevela (despertar de a ratos) no es dormir e indica
que hay angustia, lo cual puede provocar pesadillas, que igual provoca un mal
dormir.
Los trastornos del sueño son padecimientos que hay que atender, sea un
niño o un adulto.
Los trastornos de alimentación, pueden indicarnos si hay una mala
integración maduracional y conductal en
la persona. Hoy todos hemos escuchado la anorexia y la bulimia como un
trastorno de alimentación, sin embargo no son los únicos; comer en exceso, ser
muy selectivos, no tener horarios, comer alimentos “chatarra”, la constipación
etc., nos hablan de padecimientos que
nos indican, problemas en los INTERCAMBIOS del exterior con el interior. Todo
lo “otro” que no soy yo es rechazado, por ser visto como amenazante o
persecutorio; conservar la integridad del interior se convierte en una negación
obstinada con cualquier posibilidad de lo que venga de fuera, hasta inclusive
el conocimiento. Los chicos también se niegan a recibir cualquier cosa que no
sea lo que ellos creen, tornándose como auténticos “anoréxicos” mentales.
La limpieza y el orden son también funciones básicas, la interacción de
la realidad con el yo de la persona, se logra con
la puesta en acción de una reglamentación propia, es decir de darle un orden a
esa realidad caótica. La Sra. Montessori descubrió que hay un orden natural en
los niños y que éste se va coordinando con el del mundo que le rodea,
representado por los adultos. Si este
encuentro niño – adulto no es afortunado
el conflicto emerge y aparece un niño agresivo, inquieto, intolerante. Su mundo
interior se desorganiza y el mundo externo se vuelve agresivo. El chico puede
terminar muy frustrado y anegado en una impotencia enfermiza, literalmente se neurotiza.
Entendamos pues el orden de los chicos, invitémoslos a apegarse al
orden que nuestra sociedad impone sin tantos conflictos. Trabajemos su
tolerancia a la frustración.
Las funciones primarias no son más que las del intercambio, y el afecto
no es más que ello. Si logramos que estos intercambios se regulen, el ambiente
afectivo se torna posible para que nuestros chicos se motiven y encuentren que
el saber es algo que pueden integrar a su vida diaria y que no es un algo ajeno
a ellos que los viene a amenazar y a hacer sentir mal.
Hagamos que se sientan amados y amen el saber, no que lo odien y lo rechacen.
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